“No es preciso reflexionar demasiado para saber dónde me encuentro y recordarme que mi vida dio un vuelco el viernes 8 de diciembre del pasado año. Hasta entonces jamás había oido hablar del tronco cerebral. Aquel día descubrí de golpe y porrazo esa pieza maestra de nuestro ordenador de a bordo, cuando un accidente cerebrovascular puso dicho tronco fuera de circulación. Sobrevives, pero inmerso en lo que la medicina anglosajona ha bautizado con toda justicia como Locked-in syndrome: paralizado de los pies a la cabeza, el paciente permanece encerrado en el interior de sí mismo, con la mente intacta y el parpadeo del ojo izquierdo como único medio de comunicación”.
El viernes 8 de diciembre de 1995 Jean Dominique Bauby tenía 43 años, dos hijos y era el editor de la versión francesa de la revista Elle. Ese día un trombo fatídico se cruzó en su vida. Cuando se despertó, veinte días después, estaba casi totalmente paralizado: sólo podía parpadear con el ojo izquierdo. Su vida se prolongó durante 15 meses más, hasta que una neumonía acabó con él. Ejemplo de superación, Bauby se las arregló para redactar un libro (La escafandra y la mariposa) en el que relata sus sentimientos y pensamientos. Para ello se valió de un código de parpadeo que permitía a una ayudante de la editorial interpretar lo que Bauby quería transmitirle. La ayudante recitaba el abecedario y Bauby parpadeaba para señalar la letra que quería usar.
El título del libro hace referencia a cómo se siente Bauby, como un buzo con su cuerpo atrapado tras la escafandra, pero su mente e imaginación pueden volar libremente como una mariposa. En el año 2007 Julian Schnabel estreno una estupenda versión cinematográfica que protagonizó Mathieu Amalric y que podéis ver a continuación.
El síndrome de cautiverio, o síndrome de enclaustramiento se debe a una lesión en la porción ventral de la protuberancia. El paciente está alerta y cognitivamente intacto, dado que su corteza cerebral está sana, pero no puede moverse o comunicarse verbalmente debido a una parálisis completa de todos los músculos voluntarios en el cuerpo, a excepción de la musculatura ocular (suelen conservar la movilidad ocular vertical y el parpadeo).
Se trata de un cuadro clínico inverso al estado vegetativo persistente, en el cual las porciones superiores del encéfalo están dañadas y las porciones inferiores están ilesas.
En el siguiente esquema podéis recordar cuál es la distribución de núcleos y vías en la protuberancia, que explica perfectamente por qué la lesión de la parte ventral de la protuberancia da lugar a este síndrome.
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