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cómo darles a entender que convertirse en médico no es en-modo-alguno ponerse una bata o colocarse un estetoscopio devorar libros recetas lecciones de moral de decoro;
atender a la gente no es una cuestión de competencia de ética o de títulos, y tampoco es
adquirir un saber para hacerse con el poder: el poder es mortal, mientras que atender se parece a amar educar compartir formar acompañar llevar guiar; es algo vivo es vibrante es bueno es cálido es tierno como la boca de la amada o la amante que murmura y que sopla calor y luego frío sobre nuestros cuerpos abrazados
atender es avanzar hacia el otro porque es el otro quien nos enseña, es el otro quien nos dice dónde está el sufrimiento, dónde está el alivio, y si yo he aprendido a atender a la gente aunque sólo sea un poco, a levantar algunos diques insignificantes pero dignos ante el dolor, ha sido sin duda gracias a los demás, que me han mostrado que atender es respetar,
el médico que trata a los otros médicos como subalternos es un canalla, el médico que guarda el saber sin compartirlo con aquellos que lo necesitan es un estafador, el médico que se sirve de su bata de su título de su estetoscopio para ejercer el poder es un criminal, el médico que reserva su lealtad para sus colegas es un golfo; atender a la gente es convertirse en el abanderado de los que sufren, es ser, antes de nada y ante todo, leal a sí mismo, a su ideal, a aquellos a los que se atiende, aunque sea yendo contra sus colegas; el médico que se respeta y respeta a los demás no se contenta con hacer servilmente lo que le han enseñado, sino que se pregunta cada día si no puede mejorar, sin tomarse nunca por Dios.
Porque no lo hay.
Los tres médicos (Martin Winckler)
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