El primer día vi a una estudiante de Enfermería a la que reñían porque tenía el pelo largo.
El primer día un paciente me llamó desde la puerta y me dijo "¡Sáqueme de aquí!"
El primer día una mujer que deambulaba por los pasillos me preguntó si estaba realmente seguro de querer ser médico.
El primer día empecé la ficha de observaciones de un hombre que tenía un historial muy largo y complicado, que se había traspapelado. Como no pude terminar de examinarlo volví a las cinco, después de las clases. Me lo encontré atravesado en la cama, con unos dolores horribles. Fui a ver a las auxiliares, que en ese momento estaban cambiando a un enfermo y me dijeron que buscara a la enfermera; fui a ver a la enfermera, que estaba ocupada preparando las curas de la tarde y la visita del jefe de sección; me dijo que tenía que decírselo al interno. Fui a decírselo al interno, que estaba tonteando con una estudiante de Enfermería; me miró molesto y me dijo: "Oye, soplagaitas, eso no es cosa tuya. Tu paciente esperará a que vayamos a verle".
Los tres médicos (Martin Winckler, 2004)
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