Breve aproximación a las afasias, un texto de Leonardo Moreno



El lenguaje  es una de las funciones cerebrales más importantes,  dado que es la herramienta  que nos permite expresar el pensamiento a través de la utilización de símbolos verbales,  con lo cual se  convierte  en un elemento fundamental para la interacción social de la especie.  El lenguaje incluye la producción y comprensión tanto oral como escrita, proceso  que a su vez involucra diferentes niveles de procesamiento lingüístico como son el fonológico, el semántico, el sintáctico y el pragmático.

La alteración adquirida de cualquiera de los procesos involucrados en el lenguaje se denomina afasia y se origina por lesiones cerebrales. Por el contrario, el término disartria se refiere a la alteración en los aspectos articulatorios del habla y su origen puede encontrarse en lesiones en diferentes zonas del sistema nervioso central y periférico. Las causas de las afasias pueden ir desde lesiones focales de origen vascular, lesiones traumáticas, neoplásicas, así como enfermedades neurodegenerativas como es el caso de la Afasia Primaria Progresiva.

Los acercamientos iniciales al concepto de afasia se dieron a partir del estudio de casos de pacientes con alteraciones en el lenguaje y su correlación con lesiones estructurales cerebrales identificadas postmortem, llevando a considerar la zona lesionada como el “sitio” donde radicaba la “función” alterada. Las descripciones de Broca en 1861, Wernicke en 1874 y Lichteim en 1885 permitieron relacionar lesiones corticales en el hemisferio izquierdo con diferentes tipos de alteración en el lenguaje: las lesiones en zonas frontales producirían alteraciones en la producción del lenguaje, mientras que las lesiones en zonas posteriores afectarían la comprensión del lenguaje,  y de otro lado,  las lesiones en estructuras que conectan zonas anteriores con posteriores producirían alteraciones en la repetición.

A partir de estas descripciones se han propuesto diferentes modelos para integrar las funciones involucradas en el proceso de lenguaje y las áreas corticales que estarían inmersas en las funciones. Sin embargo, los modelos clásicos del lenguaje basados en la presencia de lesiones corticales focales no alcanzan a explicar todas las alteraciones del lenguaje; por ejemplo, los hallazgos de IRM demuestran que lesiones en diferentes sitios pueden generar sintomatologías similares, así como estudios funcionales que muestran un papel de estructuras subcorticales en el procesamiento lingüístico  y además,  estudios neurocognitivos han evidenciado que no existe un “centro de las palabras” sino que pueden estar distribuidas a lo largo de varias estructuras dependiendo de su contenido semántico. Estos hallazgos orientan el estudio del lenguaje hacia modelos que involucran redes neuronales, más que localizaciones corticales específicas.

Clasificación
Existen múltiples clasificaciones para las afasias de acuerdo con el nivel de alteración en la producción y comprensión del lenguaje y dependiendo del nivel lingüístico alterado.

Una clasificación sencilla pudiera resumirse en el siguiente cuadro:



Evaluación
La evaluación del lenguaje no debe ser olvidada como parte fundamental del examen neurológico ya que nos aporta información acerca del estado funcional de estructuras localizadas predominantemente en hemisferio izquierdo. El abordaje inicial debe partir de la observación del comportamiento del paciente y de la capacidad de este para responder el interrogatorio y de su relato de la enfermedad actual. Es importante recalcar que de no ser posible la comunicación oral del paciente, no debe olvidarse la evaluación de otros dominios como la escritura y la lectura que nos pueden aportar elementos claves para diferenciar una afasia de una anartria o disartria.

El examen del lenguaje debe incluir aspectos como:

  • Comprensión: Puede ser evaluada a través de la capacidad de seguir órdenes tanto verbales como escritas. Las órdenes deben tener diferentes grados de complejidad gramatical.
  • Producción oral: Se puede observar durante el lenguaje espontáneo o a través de la descripción de escenas (ver por ejemplo, la lámina del robo de Galletas). En este nivel, hay que considerar los errores en la producción del lenguaje como son las parafasias (sustitución de una palabra por otra), perseveraciones (repetición de palabras), agramatismo (predominancia palabras de contenido vs palabras funcionales) o paragramatismo (predominancia de palabras funcionales vs palabras de contenido). Estos fenómenos semiológicos no se encuentran en pacientes con disartria.
  • Nominación: La incapacidad para encontrar los nombres es un signo de afasia. Puede ser evaluada a través de diferentes modalidades sensoriales con el fin de diferenciar una anomia de una agnosia. En las tareas de denominación se pueden observar fenómenos como bloqueos anómicos (pausas en el discurso que aparecen mientras la persona trata de  encontrar los nombres) y  circunloquios (describir las características del objeto sin poder encontrar el nombre).
  • Repetición: Puede evaluarse a través de la repetición de palabras aisladas y frases.
  • Escritura: Debe ser tanto espontánea como al dictado. En la escritura se pueden observar fenómenos similares como los descritos en la producción oral (por ejemplo, paragrafias, perseveraciones etc.).
  • Lectura: Puede ser de palabras aisladas, frases y parráfos. En algunos casos puede encontrase disociación de alexia sin agrafia o lo contrario.


Una de las herramientas que existen para la evaluación del lenguaje es el Test de Afasias de Boston, del cual se muestra a continuación uno de sus componentes que es la lámina de robo de galletas, en la cual se le pide al paciente que describa la escena representada. Esto nos permite identificar de manera rápida algunos elementos semiológicos de la alteración lingüística.



Finalmente, la evaluación y la rehabilitación de los pacientes con alteraciones del lenguaje debe realizarse desde una perspectiva interdisciplinaria que permita el correcto diagnóstico y la identificación de las características principales del cuadro clínico, tanto las alteradas como las conservadas, que van a servir como pilares en el proceso de rehabilitación.

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* Leonardo Moreno es neurólogo y jefe del Servicio de Neurología del Hospital Pablo Tobón Uribe, en la ciudad de Medellín, Colombia. 

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