El lenguaje
es una de las funciones cerebrales más importantes, dado que es la herramienta que nos permite expresar el pensamiento a
través de la utilización de símbolos verbales, con lo cual se
convierte en un elemento
fundamental para la interacción social de la especie. El lenguaje incluye la producción y
comprensión tanto oral como escrita, proceso que a su vez involucra diferentes niveles de
procesamiento lingüístico como son el fonológico, el semántico, el sintáctico y
el pragmático.
La alteración adquirida de cualquiera de
los procesos involucrados en el lenguaje se denomina afasia y se origina por
lesiones cerebrales. Por el contrario, el término disartria se refiere a la alteración
en los aspectos articulatorios del habla y su origen puede encontrarse en
lesiones en diferentes zonas del sistema nervioso central y periférico. Las
causas de las afasias pueden ir desde lesiones focales de origen vascular,
lesiones traumáticas, neoplásicas, así como enfermedades neurodegenerativas
como es el caso de la Afasia Primaria Progresiva.
Los acercamientos iniciales al concepto de
afasia se dieron a partir del estudio de casos de pacientes con alteraciones en
el lenguaje y su correlación con lesiones estructurales cerebrales
identificadas postmortem, llevando a considerar la zona lesionada como el “sitio”
donde radicaba la “función” alterada. Las descripciones de Broca en 1861,
Wernicke en 1874 y Lichteim en 1885 permitieron relacionar lesiones corticales
en el hemisferio izquierdo con diferentes tipos de alteración en el lenguaje: las
lesiones en zonas frontales producirían alteraciones en la producción del
lenguaje, mientras que las lesiones en zonas posteriores afectarían la
comprensión del lenguaje, y de otro
lado, las lesiones en estructuras que
conectan zonas anteriores con posteriores producirían alteraciones en la
repetición.
A partir de estas descripciones se han propuesto
diferentes modelos para integrar las funciones involucradas en el proceso de
lenguaje y las áreas corticales que estarían inmersas en las funciones. Sin
embargo, los modelos clásicos del lenguaje basados en la presencia de lesiones
corticales focales no alcanzan a explicar todas las alteraciones del lenguaje;
por ejemplo, los hallazgos de IRM demuestran que lesiones en diferentes sitios
pueden generar sintomatologías similares, así como estudios funcionales que
muestran un papel de estructuras subcorticales en el procesamiento
lingüístico y además, estudios neurocognitivos han evidenciado que
no existe un “centro de las palabras” sino que pueden estar distribuidas a lo
largo de varias estructuras dependiendo de su contenido semántico. Estos
hallazgos orientan el estudio del lenguaje hacia modelos que involucran redes
neuronales, más que localizaciones corticales específicas.
Clasificación
Existen múltiples clasificaciones para las
afasias de acuerdo con el nivel de alteración en la producción y comprensión
del lenguaje y dependiendo del nivel lingüístico alterado.
Una
clasificación sencilla pudiera resumirse en el siguiente cuadro:
Evaluación
La evaluación del lenguaje no debe ser
olvidada como parte fundamental del examen neurológico ya que nos aporta
información acerca del estado funcional de estructuras localizadas predominantemente
en hemisferio izquierdo. El abordaje inicial debe partir de la observación del
comportamiento del paciente y de la capacidad de este para responder el
interrogatorio y de su relato de la enfermedad actual. Es importante recalcar
que de no ser posible la comunicación oral del paciente, no debe olvidarse la
evaluación de otros dominios como la escritura y la lectura que nos pueden
aportar elementos claves para diferenciar una afasia de una anartria o
disartria.
El examen del lenguaje debe incluir
aspectos como:
- Comprensión: Puede ser evaluada a través de la capacidad de seguir órdenes tanto verbales como escritas. Las órdenes deben tener diferentes grados de complejidad gramatical.
- Producción oral: Se puede observar durante el lenguaje espontáneo o a través de la descripción de escenas (ver por ejemplo, la lámina del robo de Galletas). En este nivel, hay que considerar los errores en la producción del lenguaje como son las parafasias (sustitución de una palabra por otra), perseveraciones (repetición de palabras), agramatismo (predominancia palabras de contenido vs palabras funcionales) o paragramatismo (predominancia de palabras funcionales vs palabras de contenido). Estos fenómenos semiológicos no se encuentran en pacientes con disartria.
- Nominación: La incapacidad para encontrar los nombres es un signo de afasia. Puede ser evaluada a través de diferentes modalidades sensoriales con el fin de diferenciar una anomia de una agnosia. En las tareas de denominación se pueden observar fenómenos como bloqueos anómicos (pausas en el discurso que aparecen mientras la persona trata de encontrar los nombres) y circunloquios (describir las características del objeto sin poder encontrar el nombre).
- Repetición: Puede evaluarse a través de la repetición de palabras aisladas y frases.
- Escritura: Debe ser tanto espontánea como al dictado. En la escritura se pueden observar fenómenos similares como los descritos en la producción oral (por ejemplo, paragrafias, perseveraciones etc.).
- Lectura: Puede ser de palabras aisladas, frases y parráfos. En algunos casos puede encontrase disociación de alexia sin agrafia o lo contrario.
Una de las herramientas que existen para la
evaluación del lenguaje es el Test de Afasias de Boston, del cual se muestra a
continuación uno de sus componentes que es la lámina de robo de galletas, en la
cual se le pide al paciente que describa la escena representada. Esto nos
permite identificar de manera rápida algunos elementos semiológicos de la
alteración lingüística.
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* Leonardo Moreno es neurólogo y jefe del Servicio de Neurología del Hospital Pablo Tobón Uribe, en la ciudad de Medellín, Colombia.
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