Los ictus lacunares: muchas preguntas, pocas respuestas

Estos días revisamos en la Facultad los distintos tipos de ictus isquémicos y algún estudiante me preguntaba sobre la fisiopatología del ictus lacunar, un tema que solemos resolver citando la hipohialinosis (casi un animal mítico invocado por el abuelo Charles Miller Fisher) y tirando para adelante. Sin embargo el tema no es tan sencillo, ni mucho menos. Los lacunares representan un porcentaje nada despreciable de los ictus isquémicos. Probablemente cada año veamos en un Hospital como el nuestro a más de 200 pacientes con esta varieadad etiológica de ictus, y resulta embarazoso reconocer lo poco que sabemos de ellos. Conocemos datos epidemiológicos, nuestros protocolos señalan los tratamientos que debemos instaurar, pero nos resulta casi imposible predecir qué ictus lacunar va a evolucionar mal, cuál va a fluctuar, desconocemos ampliamente su fisiopatología y no estamos nada seguros de que nuestros tratamientos reporten un beneficio neto a nuestros pacientes. Se trata de un subtipo de ictus que está pidiendo a gritos un esfuerzo investigador que lo saque de una ignorancia secular, pero la investigación de las últimas décadas se ha ido por otros derroteros. 

En  la presentación que os dejo a continuación intenté, hace un año, explorar las teorías existentes acerca de este subtipo de ictus pero, como veréis, hay muchas más preguntas que respuestas. Y, como bien sabéis, el secreto de la ciencia, más que en encontrar la respuesta correcta, reside en identificar la pregunta adecuada. ¿Quién se anima?


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